Novembre de 1494: Carles VIII de França entra a Florència, en plena campanya dels francesos contra Nàpols. Expulsats els Mèdici de la república, el rei negocia amb la Senyoria el suport econòmic i militar a la seva expedició, però topa amb el rebuig florentí, verbalitzat en una frase que altres fonts posen en boca d’un dels enviats de la ciutat, Piero Capponi: “Poiché si domandano cose disoneste, voi sonerete le vostre trombe, e noi soneremo le nostre campane” (F. Guicciardini, Storia d’Italia, I,4).
{51} Cómo el rey de Francia faze demanda a los florentines y la respuesta a él fecha mucho animosamente.
Veyendo el roy de Francia que sus gentes las devantguardas se eran tanto avançadas adelante, huvo desseo partir de Florencia y dar su vía para la novella empresa. Convocó el Concexo d’estos florentines, a los quales fizo la oración seguiente:
Buenos hombres, magnífficos e amados nuestros e ahun de nuestros genitores: Crehemos vos deve recordar, como por muchos ystoriales poréys veyer, que esta ciudat de Florencia devastada y en todo dirruta por malos e ambiciosos hombres movidos de invidia cuentra ella, las casas e muros d’ella echaron en tierra, bienes ahun movibles fueron a sacho público dados, tantas personas chiquas e grandes muertas, que fue mucho piedoso en aquel tiempo esto veyer. Passando empués por esta tierra aquel Carolo Magno, del nuestro sangre, para’l suyo [69] e nuestro realme, haviendo grande piedat d’esti danyo, rehedifficó e fizo de nuevo los muros d’esta Florencia, y en piedra, por memoria del tiempo venidero, puso una flor o senyal suyo y dio principio a poblarla en tanta manera que maravillosamente es crescida a lohor e gloria de nuestro senyor Dios y d’esta nasción ytálicha. Y visto por nos esti tanto beneficio, seguiendo el amor del sangre nuestro, en tanta calamidat que vehemos stá puesta, proposamos con nuestro sangre –si el caso lo requería– subvenirle como a cosa nuestra, e non solamente a ella, mas a otras tierras ytálicas servarles paz, justicia e libertat. Estas tres cosas fueron subiranamente amadas por nuestro senyor Dios eterno. E como non podamos perfetamente atraherlas a nuestro desseo sinse visitar primeramente la sede appostólica y empués la urbe romana de muchos abusos malos, pocho pertenescientes al braço ecclesiásticho e bueno e honesto vivir de aquel, y dende allí recobrar el nuestro regno de la grande Cicilia, el qual hovido, la graxa, viures e fertilidades de aquel tenemos convertirlos enta esta devota ciudat de Florencia porque a su sterilidat sía continuo reffugio e reffrescho; y como non podamos atraher el susodicho sinse la disposición divina e adiutorio vuestro, convenido ha a nos pensar non sólo en el reposo vuestro, mas ahun seguredat de nuestra partida, creyendo querréys amar el bien vuestro e nuestro por la segurança de todos. Dos cosas vehemos necessarias por seguredat e buen spacho nuestro, por el grande exército que trahemos: haver subvención en peccunia de vosotros, en tal [69v] manera que podamos continuar nuestro progresso para fazer tanto gloriosa empresa y podamos fazer nuestra vía, y darvos hemos consignación encima nuestros drechos reales de nuestro regno; la otra, partiendo d’aquí podamos, por seguredat nuestra y de nuestro exército, dexar en esta ciudat hun capitán con cierto nombre de gente d’armas, que non sólo será reposo nuestro, mas ahun vuestro, e podamos líberamente andar y empués bolver sinse impedimiento ninguno; y para aposentar esti capitán con su gente le sía dado el domo d’esta ciudat de Florencia. Esto vos reputaremos como a personas nuestras. Recuérdovos l’entero amor que nos y los nuestros havieron y siempre haurán a vosotros: en los exaugos e mercancías de nuestro regno e tierras, ningunas nasciones han hovido el comercio y exercicio de aquellas sino vosotros, y de nuestra persona ahun hauréys todo amor e fealdat que querréys.
Para la respuesta fazedera fue tomado tiempo para manyana seguiente. Y veniendo l’ora, dado poder por el Conceio entero a ciertas personas, a su magestad fue respuesto:
Sereníssimo rey: El beneficio recebido por esta ciudat d’aquel grande Carulo Magno, amplamente l’á narrado vuestra serenidat y lo concedimos, por el qual los nuestros passados en aquellos tiempos fueron –y esta ciudat ahun en estos e otros tiempos son– tanto devotos a vuestra alteza, y mayormente por haverla puesta en su primera libertat, por donde fiziemos siempre tantas subvenciones havidas de tantas monedas en vuestro regno al agüelo e padre vuestros en sus tantas calamidades e ahun a vuestra magestat. Público e [70] maniffiesto es en subvenir a vuestra excellencia puestos los pueblos en tanto discrimen nos es sobergo mucho, mas por los beneficios recebidos y contentatión de vuestra serenidat somos contentos dar y prestarle fasta summa de cinquanta mil ducados e no más, y aquellos decontinente los presentamos e damos con todo effecto. De receptar capitán ninguno ni darle aposiento en el domo, ¡presérvenos Dios de tanto yerro! E huyr sólo esto nos da espanto mucho grande, que persona viviente non puede poner allí los pies sino por tractar del beneficio, stado quieto de nuestra república, y qui el contrario o con superbia o en otra manera quisiesse presumir de fazerlo tiene haver a nosotros por capitales ynimigos. En tomarse los puertos de Pisa e Lihorna, con Sarzana, Sarzanella e Petrasancta, y a Pisa ponerla en libertat, no podemos veyer cómo pueda venir sino con grande superbia e grande ingratitud de los honores e beneficios de nos recebidos, de donde esta senyoría stá mucho alterada, e si non fuesse por el buen desseo que tiene en servir a vuestra excellencia por los respectos passados, antes del partir d’aquí se providiera en tal manera fuera memoria para’l tiempo venidero, como nosotros no siamos obligados a vassallatge ne fidelitat ni suplicio ninguno a vuestra magestat ni a senyor otro ninguno temporal ni spiritual, sino a nosotros mismos. Suplicando a vuestra magestat por algunas sobras que vuestras gentes fazen al público turpemente e assaz vergonçosa tome su vía para la novella empresa, pues d’esta ciudat ha de presente subvención [70v] por reposar algunos inconvenientes e sinistros que infalliblemente se porían seguir, que siempre seremos devotos servirle con buen ánimo.
Hoyr esto el roy, súbito movido de grande superbia, dixo: “Pues si vos fazéys sonar nuestras trompetas, conosceréys será otro que parablas. E conviene que obedezcáys, por vuestra seguredat, el que queremos”. Decontinente estos florentines respusieron: “Xira, si vos fazéys sonar nuestra camporia [sic per campana], conosceréys será otro que trompetas”. Y assín desdenyados, se partieron del conspecto suyo. Aquel día con la noche fue avisado el roy cómo por seguredat e reposo de la ciudat havían puestos vassallos foranos de la senyoría, más de XXX mil hombres de pelea, sinse los de la ciudat, que si sonava la campana non s’esperava sino grande derramamiento de sangre. Sentido esto, el roy, con sus gentes, se sallió de la ciudat por fazer su vía.